miércoles, 5 de enero de 2011

La Flamencoterapia 2

LA FLAMENCOTERAPIA 2 - 08/03/2008
El año pasado recibimos un preciado regalo del Colegio de Gestores
de Granada: la visita de la maestra y bailaora Ana Ruiz.
Impartió cursos en varias instituciones dedicadas al baile flamenco
y nos encantó con su señorío tan saleroso.
Figura actualmente como noticia de último momento la presentación de
 su proyecto LA FLAMENCOTERAPIA en todos los buscadores de Internet.
Y es que esta mujer, estudiosa y graduada por la Universidad de Granada,
no solamente baila con el alma sino que comparte sus conocimientos.
Bajo el nombre de Flamencoterapia ha querido demostrar que este arte
se puede ajustar como un guante a la persona. Su forma de enseñarlo
bajo dicho estilo comprende un flamenco para todas las edades, sin distingos
de peso ni esbeltez de figura, sin exigir más que la buena voluntad de amar
aquello que se hace. Es fruto de una investigación de amor, deseando sacar
lo mejor de la persona, recordando al poeta Pedro Salinas:
“Quiero sacar de ti tu mejor tú”. Todos los movimientos graciosos y a la vez
profundamente veraces de la mujer andaluza, y en este caso mirada bajo
el prisma del flamenco, como lo son el uso del mantón, el caminado,
el sentarse, el usar el abanico, el sentir la voz de la poesía y
vibrar con ella, y finalmente soltar la imaginación y la emoción bailando al
compás de los “palos” flamencos, todo esto está comprendido dentro
del novedoso método. La exigencia estriba pues más que todo en hacer
uso de los recursos a veces tan escondidos que tenemos, para ponerlo
a prueba y sacarlos a relucir con ejercicio y donaire.
Bien dicen que el español habla y camina como un rey.
Es esa elegancia, ese portar la propia presencia con dignidad y soberana
esbeltez lo que persigue Ana María. Resultado de esta complacencia
lo son obviamente, la mejora en los dolores musculares, la regulación
del ritmo cardiaco, la recuperación de la sonrisa y la alegría del bienestar,
tan escasos ya en mujeres asediadas y de mediana edad, donde sienten
que la vida se les viene encima y no merece la pena esforzarse.
Recordemos que dentro de la cultura del bienestar se nos exige la perfección
exterior, pero nadie habla de la perfección interior. Sacar de adentro hacia
fuera, y no de afuera hacia adentro, es lo que necesitamos. Nadie puede dar lo
que no tiene. Es por esto que al reforzarnos interiormente nos sentimos plenas,
con recursos suficientes para creer que llegando y pasando los cincuenta año,
todavía, y casi en el mejor de nuestro tiempo, podemos ofrecer a quienes nos
rodean tantos y tantos bienes y alegrías. Decía un autor que hay que “ser
felices para hacer felices a los demás”. Si bien esta consigna suena
atronadora, es cierto que arrastramos nuestros dolores o nuestras
alegrías y no tenemos derecho a echar los males sobre espaldas ajenas.
Ese fortalecimiento que nos puede dar esta nueva técnica, ese acercamiento a
lo terreno sin abandonar el conocimiento de que por muy molidos que estemos
siempre hay un rincón del ser que clama por estar feliz, es una obligación de
la mujer actual para contraponer el desorden del ser. Ser bellas, por dentro y
por fuera, ser bellas para enamorar a los demás, ser mágicas y encantadoras
para atraer lo bueno de la vida, esa es la recomendación del nuevo método de
Flamencoterapia de la maestra Ana María Ruiz.

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