martes, 4 de enero de 2011

ALEXITIMIA Y FLAMENCOTERAPIA

ALEXITIMIA Y FLAMENCOTERAPIA
Damaris Fernández, Presidenta Flamencos de Costa Rica

El término “alexitimia”, usado en forma poco común,
es un concepto desarrollado por el doctor
Peter Sifneos (Universidad de Boston, 1970), para definir a los enfermos
con “personalidad psicosomática”, aquellos que padecen de enfermedades
graves, tempranos y frecuentes: detrás de una aparente normalidad
psíquica existiría una “discapacidad” para la expresión.
La palabra “alexitimia” proviene del griego a, sin, lexis,
palabra, thymos, expresión; o sea, sin palabras para verbalizar afectos.
En la constante búsqueda por localizar las causas del
sufrimiento humano, tanto a nivel médico como psicológico, damos con nuevas
formas que pueden coadyuvar y contribuir a ver más clara la forma de
sobrellevar el dolor. En la escucha, el médico toma nota de los síntomas y receta.
En la vista, el médico ve pero generalmente no se detiene a ver, es decir, no mira.
Detenerse sobre la persona y mirarla,
escucharla de adentro hacia fuera, situarse en el lugar de su dolencia, la cual
no siempre es física, sino, las más de las veces, el principio de algo más
grave si no se atiende el ser íntimo que cada uno lleva. Apelar a la vida
interior del doliente y tratar de sanar su comportamiento con actitudes de
apoyo podría ser el inicio del buen camino de la curación. Existen gentes a
quienes les duele todo y no padecen de nada. Ahí estriba la mirada atenta y
observadora del que sana, para evitar un futuro debilitado. No somos galenos ni
podemos sentar cátedra sobre la buena práctica de la medicina, pero sí
descubrimos que muchos pacientes son atendidos velozmente y son fruto del
cansancio o desinterés del médico asignado. Es bueno dar espacio para la
expresión, escuchar la voz, dejar que salga el yo, tan atropellado en silencios
dentro de nosotros mismos.
En estos esfuerzos investigativos se ha recurrido a la danza
como medio terapéutico. Existe ya la
“Danzaterapia”
en Costa Rica. Novedoso y completo es el enfoque que una granadina
andaluza, Ana Ruiz, ha dado en llamar “Flamencoterapia”,
cuyo método trata de
difundir a nivel mundial
y se encuentra en estos momentos expuesto, para los
interesados, a nivel de Internet. Bajo el nombre de Flamencoterapia ha querido
demostrar que este arte se puede ajustar como un guante a la persona. Su forma
de enseñarlo bajo dicho estilo comprende un flamenco para todas las edades, sin
distingos de peso ni esbeltez de figura, sin exigir más que la buena voluntad
de amar aquello que se hace. Es fruto de una investigación de amor, deseando
sacar lo mejor de la persona, recordando al poeta Pedro Salinas: “Quiero sacar
de ti tu mejor tú”. Todos los movimientos graciosos y a la vez profundamente
veraces de la mujer andaluza, y en este caso mirada bajo el prisma del flamenco,
como lo son el uso del mantón, el caminado, el sentarse, el usar el abanico, el
sentir la voz de la poesía y vibrar con ella, y finalmente soltar la
imaginación y la emoción bailando al compás de los “palos” flamencos, todo esto
está comprendido dentro del novedoso método. La exigencia estriba pues no en
alcanzar una técnica dancística para llegar a los escenarios, sino más bien en
hacer uso de los recursos a veces tan escondidos que tenemos, para ponerlos a
prueba y sacarlos a relucir con ejercicio y donaire. Resultado de esta
complacencia lo son, obviamente, la mejora en los dolores musculares, la
regulación del ritmo cardiaco, la recuperación de la sonrisa y la alegría del
bienestar, tan escasos ya en mujeres asediadas y de mediana edad, donde sienten
que la vida se les viene encima y no merece la pena esforzarse.
Recordemos que dentro de la cultura del bienestar se nos
exige la perfección exterior, pero nadie habla de la perfección interior. Es
por esto que al reforzarnos interiormente nos sentimos plenas, con recursos
suficientes para creer que llegando y pasando los cincuenta años quizás en lo
mejor de nuestro tiempo, podemos ofrecer
a quienes nos rodean tantos y tantos bienes y alegrías.
Merece la pena nombrar como investigadora inicial del proyecto en Costa
Rica a la doctora Carmen Vargas Mejía, residente en Medicina Familiar y
Comunitaria. Está dando los primeros pasos para la instalación formal de estos
cursos en el país. El fortalecimiento que nos puede dar esta nueva técnica, ese
acercamiento a lo terreno sin abandonar el conocimiento de que por muy molidos
que estemos siempre hay un rincón del ser que clama por estar feliz, es una
obligación de la mujer actual para contraponer al desorden del ser. Se trata de
ser bellas, por dentro y por fuera, ser bellas para enamorar a los demás, ser
mágicas y encantadoras para atraer lo bueno de la vida evitando enfermarnos
antes de tiempo, aprendiendo a vivir la salud mediante la expresión del
movimiento y la palabra.

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